llamaste a los apóstoles para hacerlos
pescadores de hombres: atrae hacia ti las
almas ardientes y generosas de los jóvenes
para hacerlos tus servidores y ministros.
Hazlos partícipes de tu redención
universal, por la cual renuevas tu
sacrificio sobre tus altares.
Descúbreles el horizonte del mundo entero,
donde la silenciosa súplica de tantos
hermanos pide la luz de la verdad y el calor
del amor, para que, respondiendo a tu
llamado, prolonguen aquí en la tierra tu
misión, edifiquen tu Cuerpo Místico, la
Iglesia, y sean “sal” de la tierra
y “luz” del mundo.
Extiende, Señor, tu llamado a muchas
almas generosas e infúndeles el ansia de la
perfección evangélica y de la entrega al servicio de la Iglesia y de los hermanos
necesitados de asistencia y caridad. Amén
Pablo VI
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